Las cosas son como son, no cómo queremos que sean. Es tan lógico, sensato, e infalible que debería ser piedra angular en nuestra conducta. Sin embargo, con frecuencia me veo a mí misma y a gente a mi alrededor estar en un franco pleito con la realidad, o dicho en otras palabras, sin poder aceptar lo que sucede y las consecuencias lógicas de nuestras elecciones. De cierta forma, es como si hubiéramos entrado en una vida paralela en la cual nuestra percepción de lo que sucede no es congruente con lo que está pasando.Esta forma de autoengaño sucede cuando elegimos en mayor o menor medida culpar a otros de qué está pasando en nuestra vida, en vez de tomar el “toro por los cuernos” y entender que estamos en esta determinada situación a causa de nuestras decisiones.
Leí, hace tiempo, no recuerdo en dónde, un articulo que mencionaba que el 30 por ciento de las parejas declaraba que su matrimonio era semi-feliz, entendiendo por esto un matrimonio que no está tan mal como para dejarlo, pero tampoco está tan bien para que te haga sentir pleno. En estas relaciones, por lo menos para uno de los integrantes, el matrimonio carece de algo. A pesar de que su hogar funciona eficientemente, y no se están aventando los platos en la cabeza, algo no está funcionando. En algunos casos, el matrimonio se ha transformado en una amistad y es una pareja sexualmente inactiva. En otros casos, la pareja ha perdido todo sentimiento de conexión intelectual o afinidad, pero prefieren aferrarse a la idea de que todo está bien.
Me parece que son un buen ejemplo de este pleito con la realidad. Saben que hay algo mal, pero prefieren ignorarlo. Cada una de estas parejas en esta situación se cuenta una historia para justificarse y continuar con la misma vida. Quizá algunos pretendan engañarse y pensar que esto es lo mejor a lo que pueden aspirar dadas las circunstancias, o que es algo “temporal”. Lo cierto es que hay un problema, que no nos sentimos bien, y que ignorarlo no lo soluciona. Esta situación de “semi-felicidad” cambiará con el tiempo a fracaso y frustración porque así lo elegimos.
Creo que lo mismo sucede en el momento actual. Estamos en medio de una pandemia por un virus que resultó ser más peligroso de lo que en un principio se pensó. Sin embargo, vemos a muchas personas que en vez de mirar el problema, miran al pasado o deciden ignorarlo. Para muestra un botón: ahí está la foto del Mercado de La Viga atiborrado en Semana Santa. Nada de guardar su sana distancia y muy pocos llevaban un cubre-bocas. Quizá pensaron que por la santidad de la fecha estarían inmunes al virus, o yo que sé, pero la imagen está en total discordancia con la realidad del momento.
Parece que muchos en las redes sociales están viviendo en otro tiempo o en una realidad paralela. Cuando hay denuncias en redes de los problemas en el sector salud. ¿La respuesta? desacreditar a quien denunció, aduciendo que son “golpes al gobierno” en vez de verlos cómo lo que son: llamadas de auxilio. Otros, clavados en el pasado, hablan de investigar el manejo de la pandemia en tiempos de Felipe Calderón y ver si en ese momento se comparan ventiladores suficientes ¿qué? ¿de qué me sirve saber eso? Más sensato sería ver cuántos ventiladores tenemos en estos momentos y hacer algo para comprar los que hagan falta; lo de Calderón ya fue y hace mucho.
Muchas veces durante el gobierno de Enrique Peña Nieto me pregunté por qué cerraban los ojos a la realidad y veíamos a su esposa e hijas en viajes o portadas de revistas, en pleito con la realidad del país en el que él gobernaba. ¿Por qué nadie les decía que era un error? Ahora pienso lo algo similar: ¿Dónde están quienes deberían asesorar al presidente y al gobierno? Es importante que se tomen las medidas necesarias para la cuidar la salud y la economía. El tema de no es de enemigos o conservadores. Es una emergencia sanitaria y económica. El negarse a ver la gravedad del asunto es contraproducente para todos, pero más para quienes la niegan.
Para poder cambiar la realidad, es necesario enfrentarla, amigarse con ella y aceptarla para poder cambiarla. Si no la puedes cambiar, entonces tratar de vivir lo mejor posible con la realidad que te tocó. Para esto hay que dejar la autoflagelación y dejar de sentirnos víctimas de las circunstancias. Porque en realidad lo que sucede es, buena media, producto de lo que decidimos. Una cosa es que otros te mientan, y otra muy diferente es que te mientas a ti mismo. ¿Qué es lo que estás ganando? Podemos contarnos mil cuentos, pero sabemos que son sólo eso, historias.No podemos evitar que haya gente a nuestro alrededor que nos mienta, y algunas veces nos enteraremos de la verdad y otras no. Pero podemos evitar mentirnos a nosotros mismos y enfrentarnos a lo que es, no a lo que queremos que sea.
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