Una de mis historias favoritas desde niña era la de David y Goliat. El valiente pastor, David, vence al gigante Goliat al que todos temían, gracias a su ingenio e inteligencia.
“Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”.
Soy escéptica a varias cosas. Las encuestas y predicciones sobre resultados en partidos son dos de ellas. Lo primero porque dudo de la metodología (y ética) de algunas casas encuestadores y lo segundo porque he visto muchas situaciones en las que contra todo pronóstico, Goliats del deporte caen ante inesperados Davids.
Si alguien me hubiera dicho que Alemania, Campeón del Mundo sería eliminada del mundial en un partido contra Corea en Rusia 2018, o que Marruecos eliminaría a Portugal en Qatar 2022, probablemente me hubiese hasta reído de la ocurrencia. Por algo existen las probabilidades y existen los favoritos. Pero los grandes del futbol, pueden caer ante equipos menores, como Goliat cayó ante David. En futbol, como en la vida, no hay nada escrito. Durante noventa minutos los dados están en el aire y cualquier combinación es posible. Eso es parte de la magia del juego. En los resultados finales, no cuentan las estadísticas, los comentarios de expertos o los partidos anteriores, sino los goles. Así pasamos casi dos horas en vilo, sin certezas hasta que el silbido del árbitro da por finalizado el partido. Entonces sí marcador es definitivo. Por ello, es posible que equipo que no es el favorito elimine al campeón o que goles de último minuto cambien los resultados, dejando nuestras quinielas en la ruina.
Lo mismo sucede en términos electorales. Las encuestas pueden predecir muchas cosas, pero son solo eso: encuestas; nuestros votos son los “goles” que definirán el resultado. Hemos visto casos en que los resultados finales son muy diferentes a lo que dicen las encuestas. Un gran ejemplo de lo anterior fue el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en 2016. Las encuestas favorecían la permanencia (bremain) pero como bien sabemos, el resultado de la votación fue otro y ahora Reino Unido no forma parte de la Unión Europea.
Una encuesta es una serie de preguntas que se hace a muchas personas para reunir datos o para detectar la opinión pública sobre un tema determinado. Tienen muchas variables y por ello en ocasiones no coinciden con la realidad. Los indecisos pueden inclinar la balanza a uno u otro lado y los votantes pueden cambiar su opinión de último momento. Desafortunadamente, muchas personas al ver los resultados de las encuestas, piensan que todo está decidido; y que su voto no hará la diferencia para cambiar resultados y deciden no salir a votar. Grave error. Un voto es la manifestación de nuestra voluntad para elegir a una persona o partido. El voto es la pieza clave de la democracia, no una encuesta. Pero de nada sirve si no lo utilizamos. Por ello, es muy importante que además de razonar nuestro voto, lo hagamos valer en las casillas. Ya cada cual sabrá si su voto es a favor de un candidato o en contra de otro.
Cuando escucho en la radio los anuncios que hablan de que la ventaja en las encuestas de Delfina Gómez en la elección del Estado de México, pienso que están diseñadas para desalentar el voto de la oposición más que fundamentadas en la realidad. No explican de qué periodo son o cómo han variado. Dicen que va al frente y listo. Lo cierto es que hasta que no se cuenten los votos, es imposible saber qué decidieron los mexiquenses para su futuro. Nada está escrito en piedra y el resultado puede ser muy diferente a lo que dicen las encuestas. Nadie hubiese apostado por David, pero el resultado final fue que venció al gigante.
Buen domingo a todos y gracias por leerme.
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