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Ahora resulta...

  • Foto del escritor: Fernanda de la Torre V
    Fernanda de la Torre V
  • 12 oct
  • 3 Min. de lectura
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Dicen que cada cabeza es un mundo, y efectivamente lo es. Dos personas pueden tener perspectivas similares sobre un asunto y diferir en otros. O creencias similares, pero diferir en otros puntos de vista. Unos hermanos que crecieron con la misma educación y los mismos padres pueden ser tan diferentes en carácter y creencias como el día y la noche.


El derecho a que cada uno manifieste sus ideas está consignado en nuestra Constitución y es reconocido como un derecho humano universal. Sin embargo, en estos tiempos polarizados, los valores y derechos pierden fuerza al tratarnos de obligar a pensar o actuar de tal o cual manera. Otro problema es la manipulación de redes sociales. De pronto surgen voces contra un producto o una manera de pensar, en “nado sincronizado”, con bots y personajes pagados.


Después de la declaratoria de cese al fuego en Gaza y el anuncio de la ganadora del Premio Nobel de la Paz, muchas cuentas de “derechas” empezaron con posts similares en X a descalificar a la izquierda por no reaccionar como ellos pensaban que debían de reaccionar ante ambas. Con intereses muy claros detrás, denostaron a quienes no estaban de acuerdo con el reconocimiento de María Corina Machado y también a quienes marcharon por la libertad de Palestina o buscaron dar ayuda humanitaria en la Global Sumud Flotilla.


Al repetir el guion que les habían mandado (o copiaron y adaptaron los posts de otros), no se dieron cuenta de los absurdos y contradicciones en los que estaban cayendo. Muchos criticaron a los que marcharon por la libertad de Palestina y el genocidio en Israel, diciendo que primero deberían marchar por México y nuestros innumerables problemas. Otros criticaron que no celebraran el cese al fuego, diciendo que su molestia no era genuina, sino solo un pretexto.


Pongo algunos posts a manera de ejemplo, por mencionar algunos casos mediáticos recientes: América Rangel, Chumel Torres con varios posts, el León Krauze, quien, en tono condescendiente, conminó a los jóvenes a condenar la dictadura venezolana:“Queridos jóvenes comentaristas de izquierda en México: por favor no pasen vergüenzas defendiendo al régimen de Nicolás Maduro. Hay causas que vale la pena defender. Hay incluso causas polémicas que vale la pena defender. La dictadura venezolana no es una de ellas”. El “activista social” Mac se subió a un pedestal de superioridad moral, denostando a los que criticaron el Premio Nobel de la Paz o a los simpatizantes de Palestina, llamando “enemigos de todos” a quienes protestaron por el genocidio en Gaza y, de acuerdo con su pensamiento dictatorial, no estaban celebrando el cese al fuego, para posteriormente criticar a Greta Thunberg en diversos posts y cuestionar su compromiso.


Hagamos un alto y reflexionemos. Ver el mundo en blanco o negro nos vuelve intolerantes. Se puede perfectamente no estar de acuerdo con el régimen de Nicolás Maduro y considerar que la polémica María Corina Machado no es la persona idónea para recibir un Nobel de la Paz, sin que eso nos haga incongruentes. Es posible sentir preocupación por Palestina y por la violencia en nuestro país. Es posible criticar los horrores del 7 de octubre y oponerse al genocidio. Es perfectamente posible pedir cárcel para Netanyahu sin ser antisemita. Es posible tener dudas de que los acuerdos de paz sean los idóneos o de que vayan a respetarse y ser cautelosos, sin que esto nos haga “enemigos de todos”. Manifestar en contra de un genocidio no te hace “anti-Israel”, sino ser humano.


Curiosamente, quienes actúan como dictadores de pensamientos ajenos son los mismos que critican dictaduras. Quienes no piensan como ellos o son “el enemigo” o están en el lado equivocado de la historia. Sí, esos que se molestan porque hay mexicanos que marchan por la libertad en Palestina, diciendo que primero hay que centrarse en los problemas de México, pero son ellos los que critican la dictadura en Venezuela. ¿Pues no deberían primero marchar por México antes de defender a los venezolanos? ¿Quiénes son para decirles a otros lo que tienen que hacer, pensar o qué causas defender? Si los comentaristas de izquierda defienden algo que a otros les parece equivocado, deben tener la libertad de hacerlo. ¿No repetimos siempre la frase atribuida a Voltaire? “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida el derecho a decirlo”.


¿O la libertad solo aplica para quienes piensan como León?


Tomemos aire un segundo.


Ahora resulta que, para estar en el lado correcto de la historia, hay que hacer, pensar o manifestar para darles gusto a quienes hacen lo opuesto. Está muy claro para quien quiera verlo, y en esta ocasión es aún más fácil: siempre hay un titiritero manipulando la opinión pública, que paga voluntades para que pregonen sus intereses; de nosotros depende creer o no a sus títeres.


Espero tu opinión dejando un comentario en el blog o en mi cuenta de X @FernandaT.


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