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El valor de poner un punto final…



"La verdad es que, a menos que lo dejes ir, a menos que te perdones a ti mismo, a menos que perdones a la situación, a menos que te des cuenta de que la situación ha terminado, no puedes seguir adelante”. –Steve Maraboli


Pocas cosas en la vida son eternas. Todo tiene un principio y un final. Una de las lecciones más difíciles en la vida es aprender a reconocer que ese final llegó. En lo que sea: un proyecto, una profesión, una relación sentimental, una etapa de la vida. La vida está en constante movimiento y cuando dejamos de fluir, nos estancamos.


Cada final implica algo nuevo y desconocido; eso, por supuesto, asusta. Nos acostumbramos a lo que conocemos, nuestra “zona de confort”, que puede no ser tan confortable, pero decimos quedarnos ahí por puro y simple miedo. ¿Cuántas veces nos hemos quedado en una relación que sabemos que no tiene futuro, está ahogando nuestro presente? ¿Por qué no poner el punto final antes de que sea imposible salvar los buenos recuerdos y la amistad?

A pesar de saber que lo mejor es poner un punto final a la historia, preferimos seguir ahí, pensando que quizá por un milagro las cosas mejoren, aunque en el fondo sabemos que ese “milagro”no sucederá jamas.


El miedo le gana a la autoestima y elegimos quedarnos estacionados en esa relación que va deteriorándose día a día. Cuando no sabemos poner un punto final a una relación, cambiamos el dolor de tajo de la ruptura, por el veneno diario de la indiferencia y abandono. El tema es universal ya lo dijo el monje y activista por la paz, originario de Vietnam Thich Nhat Hanh: “La gente tiene muchas dificultades para dejar el sufrimiento a un lado. Por miedo a lo desconocido, prefieren el sufrimiento que es familiar”.

Lo cierto es que saber cuándo es momento para poner punto final a una relación (de la que quieran) y además atreverse a hacerlo, es difícil. Quizá por eso, hay veces que la propia vida se encarga de darnos una patada en el trasero para estar en otro lugar. No corresponde seguir en donde estamos, sea una relación sentimental, laboral, de amigos, etc. Con el tiempo, vemos que ese “empujón” que nos dio la vida (divorcio, despido, cambio de amistades) que en su momento nos dolieron tanto.

Leía una frase de Davide Bowie, que me hizo reflexionar que poner un punto final una etapa y dejarla ir, no es fácil: “Todo lo que leí sobre la crisis de mediana edad era cierto. Me costó mucho dejar ir las cosas juveniles y aprender a existir y tener entusiasmo, mientras me acomodaba en la comodidad de una edad avanzada”. Tenemos grandes ejemplos en los chavos rucos. También es difícil dejar puestos. Si bien hay quienes graciosamente dejan un puesto importante se ajustan rápidamente a la “normalidad”; también hay quienes hacen toda clase de desfiguros para recordarnos que alguna vez fueron importantes. Ejemplos sobran. Pueden darse una vuelta en Twitter por si tienen alguna duda.


Seguramente esta pandemia nos traerá muchos cambios y aprendizajes positivos. Espero que entre ellos, esté el aprender a poner un punto final a las relaciones nocivas, a nuestros miedos limitantes y a nuestra apatía ciudadana.

Buen domingo a todos.

Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de Twitter @FernandaT o en mi correo: info@neteandoconfernanda.com



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