En un principio era el verbo y el verbo estaba con Dios” señala atinadamente la Biblia (Juan 1:1). Imposible dudar del poder de la palabra. Nuestra palabra es creadora y la forma en que la usamos no sólo revela la personalidad, inteligencia y educación de una persona sino que también nos permite vislumbrar su alma.
Conscientes de la importancia de la palabra, la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) propuso sustituir los refranes que hablan sobre animales por otros a fin de hacer conciencia sobre el maltrato animal. Así, habría que cambiar refranes populares como: “Matar a dos pájaros de un tiro” por “Alimentar dos pájaros de un panecillo”. O “ser un conejillo de indias” por “Ser un tubo de ensayo”, o “Tomar al toro por los cuernos” por un doloroso: “Toma la flor por sus espinas”.
Los comentarios de PETA en redes sociales levantaron ámpula, ya que comparó los dichos de maltrato animal, con el lenguaje racista, discriminatorio, machista u homofóbico. Tal comparación fue criticada por comparar a los animales con seres humanos.
Coincido con la organización PETA sobre la importancia de hacer conciencia sobre el maltrato animal; sin embargo, también entiendo que equiparar el maltrato animal con el de personas que sufren este maltrato por su religión, orientación sexual, género o el color de su piel es pasarse un poco de la raya. Por mucho que amemos a los animales, tenemos que darle su lugar a los seres humanos.
Existe la creencia que una persona que ama a los animales es una buena persona. Lamento informarles que no hay una correlación. Ser una buena persona es bastante más complejo que amar a una mascota.
De hecho, hay ejemplos de seres monstruosos que profesaban un gran amor a los animales. Caligula sentía una pasión –enferma– por su caballo: “Incitatus”. Los psicópatas, dicen los estudiosos del tema, pueden ser muy amorosos con sus mascotas. Hitler adoraba a los animales. Para evitar su muerte, era vegetariano. Los nazis, estaban en contra de la crueldad hacia los animales y fueron pioneros en leyes en contra del maltrato animal.
Volviendo al tema de los refranes. No sé qué tanto pueda cambiar el maltrato animal el usar nuevas metáforas para nuestra sabiduría popular. Pero en lo que nos debemos enfocar es en lenguaje que utilizamos en redes sociales contra otros seres humanos. Increíble la cantidad de odio e insultos que ahí proliferan (además de las frases de infausta memoria que sueltan los políticos con más frecuencia de lo que deseamos). Si hacemos un esfuerzo para tratar bien a los de nuestra propia especie, quizá de ahí surja en consecuencia el genuino respeto por los animales y quien respeta a algo o a alguien, es incapaz de maltratarlo.
Quedo en espera de sus comentarios en mi cuenta de Twitter @FernandaT o mi correo: info@neteandoconfernanda.com
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