Uno pensaría que en pleno siglo XXI la humanidad habría encontrado maneras civilizadas para convivir, pero no es así. Vivimos en tiempos conflictivos. No deberían ser así, pero lo son. Estaba tristeando nuevamente con unas imágenes de Gaza, cuando encontré este texto que escribí hace unos años para la (hoy extinta) Revista Contenido y lo comparto, con la firme creencia de que a pesar de los conflictos que nos hacen dudar del futuro, no debemos perder la esperanza.
Dejemos que el Polyforum Cultural Siqueiros nos cuente su historia…
“Hacemos tantas llamadas. Muchas son intrascendentes, otras definitorias. Mi historia comenzó con una llamada de Don Manuel Suárez a David Alfaro Siqueiros a mediados de los años sesenta para encomendarle unos murales. Todavía me sorprendo de la elección de Don Manuel ya que era un gran empresario y un hombre muy conservador y Siqueiros, era Siqueiros. Un hombre siempre preocupado por la clase trabajadora, comunista declarado y junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco, uno de los grandes exponentes del muralismo mexicano. Dos hombres diferentes en apariencia, pero poseedores de una gran fuerza.
Nací en la segunda mitad del siglo XX. Mis muros albergan una variedad de salas, pero creo que de una u otra forma, lo albergan es la férrea voluntad y el espíritu indomable de dos grandes hombres. Esa voluntad está en todas partes. Podemos verla en mis murales o en mi arquitectura vanguardista.
También soy producto del cambio. Como suelen suceder las cosas, originalmente la llamada fue para hacer unos murales para el Casino de la Selva, pero el proyecto fue modificado y así nací yo: el Polyforum Cultural Siqueiros.
Vamos a dejar las cosas claras: un proyecto que contiene un mural de más de ocho mil metros cuadrados y que se realiza en un lustro, no puede llevarse a cabo sin pasión y, puedo decirles sin miedo que David me inyectó toda su pasión. Por ello, me puedo ufanar de ser la obra máxima de un hombre cuyo arte estuvo influenciado siempre por sus ideales de justicia. Siqueiros pensaba que los murales no eran solamente obras de gran formato, cuadros enormes, sino que debían integrarse con la arquitectura, y eso hizo conmigo. Me dotó de una forma poco común, un dodecaedro, poseo doce lados cubiertos con murales, y además, cada uno tiene un tema diferente. Doce historias que contar. Un hombre que había luchado en la revolución, en la guerra civil española, que pasó varios meses en la cárcel y cuya vida estuvo marcada por su militancia ideológica, no podría hacer otra cosa más que plasmar, en cada uno de mis paneles sus anhelos y preocupaciones. El repudio a la guerra de Vietnam, la urgencia por pedir su fin quedó manifestado en el mural “Alto a la agresión”, En “El liderato”, David exaltó las cualidades de un líder que invita a sus seguidores al triunfo. Sus preocupaciones por la ecología y el medio ambiente quedaron reflejadas en “Árbol seco, árbol renacido” mientras que en “La danza” nos transporta a la época prehispánica.
Sin duda, mi piedra angular es el Foro Universal. Todo el edificio fue pensado alrededor de este foro. Mi techo abovedado, altísimo, representa al espacio sideral resguarda y forma parte de una obra maestra: el mural “La marcha de la humanidad en la Tierra y hacia el cosmos”. Cuando David comenzó a trabajar en mí; era ya un hombre maduro, con sesenta y ocho años bien vividos. Para entonces las ideas de mis murales llevaban ya varios años rodando en su cabeza. Quería dejar un testimonio de su visión del mundo, hacer una reflexión del pasado, alertarnos de los problemas del presente para forjar un mejor futuro. Era su obra cumbre y él, lo sabía. Como también sabía que ideales de libertad y justicia estarían a buen resguardo bajo mis muros.
Les puedo contar tantas historias acerca de este mural, pero antes de entrar a los detalles me gustaría narrar las expresiones de los rostros de los visitantes cuando ingresan al Foro Universal por primera vez. Mi tenue, pero estratégica iluminación, da a las figuras y pinto-esculturas que agregó David, fuerza indescriptible, cobijados por mi techo abovedado se sienten parte de la obra. Esas expresiones de sorpresa y admiración plasmadas en los rostros de mis visitantes, le agradarían a mi creador. Pero sin duda sus ojos, llenos de lágrimas conmovidos por la fuerza del arte, le devolverían la fe en el futuro. “La marcha de la humanidad” es, según los conocedores, una metáfora sobre la lucha del hombre y la mujer a través de la historia”. Desde luego que lo es, y muchas cosas más. Sin embargo, mi me gusta pensar que es también un canto a la esperanza y el legado de dos grandes hombres que hicieron posible mi existencia: David Alfaro Siqueiros y su mecenas, Don Manuel Suárez”.
Buen domingo y gracias por leerme. Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, o en mi cuenta de X @FernandaT
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