Dejemos que el Palacio Postal o Quinta Casa de Correos nos cuente su historia…
“Mis muros nacieron para resguardar la comunicación y ¡vaya si he visto cambios! Cuando Adamo Boari se sentó a imaginarme en 1902; el teléfono y telégrafo existían, pero eran poco comunes. Ni soñar con teléfonos móviles y aplicaciones para comunicarse de modo instantáneo. El correo era el rey de la comunicación; y como tal, requería de un palacio. Así nací yo: La Quinta Casa de Correos o El Palacio de Correos,
A principios del siglo XX la Dirección General de Correos necesitaba una nueva sede. Era imposible manejar el volumen de correspondencia. La (cuarta) sede ubicada en la Calle de Moneda, era insuficiente. El solar elegido para construirme fue el del Hospital de Terceros de San Francisco, (ubicado en la calle de Tacuba y el Eje Central Lázaro Cárdenas) que habían construido el año de 1761. De muros fuertes, mi predecesor sobrevivió al paso del tiempo, sin embargo, en el despertar del siglo XX, éste ya había cobrado su factura y fue demolido.
Adamo Boari contaba entonces con 39 años. Había viajado por varios países. Originario de Italia, fue educado en la Universidad de Ferrara y posteriormente en la de Bolonia. Había realizado construcciones en Sudamérica y Estados Unidos. La experiencia que adquirió con los años era patente en su trabajo. Cuando llegó a México, pronto se convirtió el favorito del presidente Porfirio Díaz. Empezó a participar en varios proyectos como la Parroquia de Matehuala o el Templo del Expiatorio en Guadalajara. Dado su innegable talento, era la persona idónea para diseñarme. Boari se alió con Gonzalo Garita y Frontera, ingeniero militar mexicano para construirme. Especialista en cimientos, Garita era la persona indicada para darme unos cimientos fuertes para que pudiera tener estabilidad y resistir el paso del tiempo. Adamo me diseñó utilizando varios estilos: plateresco, isabelino y gótico veneciano. Me recubrieron de cantera lo que me da una inusual elegancia que hace imposible que mi estilo ecléctico pase desapercibido. Mi interior fue decorado con adornos de mármol elaborados en Italia. No se dejen llevar por las apariencias, si bien parezco un palacio de filigrana, mi corazón es fuerte. Adamo y Gonzalo me dieron un esqueleto de viguetas de acero. Gracias a ello, he logrado sobrevivir –aunque no sin sobresaltos– varios temblores que han azotado a la Ciudad de México. El presidente Díaz colocó orgulloso mi primera piedra el 14 de septiembre de 1902 y me inauguraron, con bombo y platillo, el 17 de febrero de 1907. Muchos dicen que ese día el presidente depositó, como un gesto simbólico, dos postales con mi imagen en un buzón. Espero sepan disculparme, pero con tanto alboroto, no recuerdo el detalle. La gente hablaba de las gárgolas que adornan la fachada, de mi color dorado de mi cantera, se maravillaban de la armonía de mis espacios interiores, suspiraban ante mi soberbia escalera y desde luego, mi reloj. En lo alto de mi fachada colocaron un impresionante reloj que mandaron traer de Alemania. Recuerdo que Adamo sonreía mientras tocaba su característico bigote. Para entonces Adamo, incansable, diseñaba a mi vecino: el Palacio de Bellas Artes, obra que no vería terminada. El 4 de mayo de 1987 me declararon Monumento Artístico de la Nación. Me hubiera gustado que Adamo y Gonzalo estuviesen aquí. En los años noventa, tuvieron que darme una buena manita de gato. Gracias a ella, luzco fenomenal hasta el día de hoy.
Durante todos estos años, mis muros han sido celosos guardianes de cartas y paquetes. Les confieso que extraño esas misivas escritas a mano. Cartas que provocaron suspiros o llantos; pero también, profundas alegrías. Las reacciones de las personas que recogían su correspondencia y abrían su mensaje me conmovieron siempre. Sonrisas y llantos. Los miraba y lloraba, arrugaba y estrechaba el papel como quien estrecha al ser amado. Hoy los teléfonos celulares y equipos de computo tienen ese encargo. Está bien. Los tiempos cambian y debemos cambiar con ellos”.
Gracias por leerme. Buen domingo a todos.
Espero tu opinión dejando un comentario en el blog o en mi cuenta de X, @FernandaT
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