Tras los eventos de esta semana, estuve viendo mis fotografías y releyendo los textos que escribí cuando visité Ucrania. Para ellos todo cambió en la madrugada del jueves. Lo que era parte de lo cotidiano, como ir a trabajar, dormir en tu propia cama o tomar un café, desapareció para dar paso a la incertidumbre, el dolor y la guerra. ¿Cómo no solidarizarse con su deseo de independencia y libertad? Mucho tenemos que aprender de su patriotismo, entereza y valor. Mientras escribo, las tropas rusas se rodean la ciudad de Kyiv, tropas ucranianas luchan para mantener el control. Se dice que más de 120 mil personas que han abandonado el país. En los noticiarios se muestran imágenes de los bombardeos y la destrucción. El presidente Volodymyr Zelensky, anuncia que no abandonará Ucrania a pesar de las ofertas de varios países para ayudarlo a abandonar el país. Una situación difícil dolorosa y que nos obliga a reflexionar a todos.
Comparto este texto que escribí hace algunos años sobre un lugar característico de Odesa. Mi solidaridad con un los ucranianos y su amor a la libertad y democracia.
Si los muros hablaran - Puente Teshin, en Odesa.
Me encuentro en las calles de Odesa, ciudad fundada por Catalina la Grande en 1794, cuando éramos parte de la Rusia Imperial, que desapareció con la revolución rusa. Durante años esta ciudad formó parte de la Unión de Repúbicas Soviéticas Socialistas. Hoy, soy parte de la República de Ucrania. Odesa es una ciudad especial. Ubicada junto al mar negro, Odesa es “la perla del Mar Negro” por ser una ciudad bien diseñada, de arquitectura elegante con influencia francesa e italiana, sobria pero con una melancolía especial. El poeta Alexander Pushkin solía decir que era "la más europea de las ciudades rusas".
En cuanto a mi, hay que aclarar que, a primera vista, soy solamente un puente más. No tengo un diseño innovador o una arquitectura especial. Soy relativamente nuevo y de materiales comunes-. Yo el Puente de Teshin soy una estructura sencilla con delgados barrotes de metal blanco dónde se asoma el óxido y baldosas grises con rojo, para muchos resulto francamente anodino y sin embargo, mis delgados barrotes resguardan un valioso tesoro: promesas de amor eterno. ¿Sorprendidos? Bueno, es una costumbre local, los enamorados compran un candado y mandan grabar sus iniciales y fechas significativas para ellos. Algunos ponen la fecha en que se conocieron, otros la fecha en que se comprometieron o la fecha de su boda. Otros ponen una leyenda que les resulta especial, y a fin de que se amor perdure, cierran el candado entre mis barrotes. Las fotografías que realizan sobre mí, sin duda pueden ser hermosas, no pueden captar el sentimiento que cada uno de esos candados representa
Recuerdo bien la primera vez que sucedió. Fue hace años. Una pareja de enamorados caminaba sobre mí. Nervioso, él novio se detuvo en seco y le pidió matrimonio a su novia. Ella, con lágrimas en lo ojos, acepto. Se besaron y se juraron amor eterno. Pocos días después del romántico momento, regresaron con un candado. Un candado grande de metal blanco, grabado con sus iniciales y una leyenda: “Te amaré siempre”. Como un símbolo de unión y de que sus vidas estarían por siempre entrelazadas, pusieron juntos el candado. Me sorprende y me gusta que los candados ya no se usan solamente para resguardar las propiedades de los ladrones, sino que también sean un símbolo de amor eterno y se cree que trae buena suerte a las relaciones.
Después de ellos, miles de parejas han vuelto. Me gusta oír el “clic” cuando cierra el candado. Es como un sello que protege sus sueños, amor y el deseo de estar juntos para siempre. Me gusta ser testigo de esos sueños y promesas, pero sobre todo de sus miradas. Esas miradas que sin palabras, dicen tantas y tantas cosas. Antes sólo estaban grabados en alfabeto cirílico, hoy, ya los hay también en otros idiomas, otras lenguas. Pensarán que no comprendo lo que dicen, pero si puedo hacerlo. Las miradas y los besos, son como la risa, no precisan un diccionario para traducirlos y entenderlos. El amor es universal y puede comprenderse en cualquier idioma.
En Odesa hay muchas cosas que admirar, el edificio de la Opera, el monumento a Catalina la Grande, La columnata del palacio Vorontsov, y desde luego, la Escalinata Potemkin, célebre debido al largometraje “El acorazado Potemkin” del director Serguey Eisenstéin.
Con tanto que admirar, cuando los paseantes cruzan sobre mí, algunos solamente se detienen a mirar el Mar Negro. Miran los buques cargueros que llegan, los veleros, y a veces, un crucero. A veces curiosean y es entonces cuando miran los candados y se ven obligados a preguntar qué significan. Lo que más les sorprende es la traducción de mi nombre Teshin que quiere decir suegra. Desafortunadamente, hay una parte triste en mi historia. Hay tantas personas que vienen a sellar sus promesas de amor que el ayuntamiento de Odesa, temiendo por que el peso de los candados dañe mi estructura, se ve obligado a retirarlos. Son momentos difíciles para mí. Con fuertes serruchos rompen los candados. Uno a uno hasta que vuelvo a quedar vacío. Afortunadamente, las promesas de amor, cuando son verdaderas, resisten mucho más que una fuerte sierra de metal y a pesar de puedan romper el candado, el amor perdura para siempre.
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De corazón espero que pronto termine esta guerra y que los ucranianos puedan vivir en paz, libertad y democracia. Buen domingo a todos. Gracias por leerme.
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