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  • Foto del escritorFernanda de la Torre V

Demasiado tarde…



Intro: “Existen cosas peores que estar solo, pero a menudo lleva décadas darse cuenta y la mayoría de las veces cuando lo haces es demasiado tarde y no hay nada más terrible que demasiado tarde”. –Charles Bukowski


Hace unos días cancelé mi tarjeta de crédito. Fue la primera tarjeta que tuve, y por ello, le tenía un cariño especial. Había aguantado varios años de “maltrato bancario”: altísimas comisiones y mal servicio. Además de un acoso por parte de los cobradores cuando había pagado a tiempo la tarjeta (pero su sistema no lo reflejaba). Finalmente llegué con todo lo que podían pedir para cancelarla (ya ven que luego salen con requisitos que no te esperabas). Pagué el saldo en efectivo y me dijeron que era una operación que no podía hacer en la sucursal, que únicamente podría hacer vía telefónica. me señalaron un teléfono para tales efectos. Ahí empezaron los problemas: Qué mis datos no coincidían (me preguntaron mi fecha de nacimiento y correo electrónico, así que era imposible que no nos supiera o los diera mal) y que no podían proceder a la cancelación. Finalmente, la gerente de la sucursal, muy amablemente accedió a ayudarme y procedí a la cancelación. Antes terminar, transfirieron mi llamada con una ejecutiva que me ofreció muchísimos puntos y un año gratis de comisión si no la cancelaba. A pesar de que la oferta era atractiva, ni lo dudé. Le dije que no. Todo eso me lo debieron de haber ofrecido antes por ser un buen cliente, no el día de la cancelación. Levantó algunos folios con mis quejas (que únicamente sirvieron para quitarme el tiempo) y finalmente logré cancelar la tarjeta que había tenido durante 30 años.


Honestamente me sorprendió que elijan el último momento para ofrecer un buen servicio al cliente. ¿Por qué no hacerlo antes? Digo, podrían haber ofrecido la cancelación de la comisión durante la pandemia, por ejemplo, y los puntos en 25 aniversario. Me recordaron a una amiga que que después de varios años de una relación muy complicada, decidió terminarla. Él, arrepentido, le prometió cambio cambiar, y le bajo el sol, la luna y las estrellas, pero ella, con justa razón, hizo caso omiso a de sus promesas y súplicas. “Pasaron años en qué hablamos de los problemas y no hiciste nada. ¿Por qué debería creer que sí vas a cambiar ahora?


Cómo la frase de Charles Bukowski, a menudo pasan décadas antes de nos demos cuenta de que estamos cometiendo un error y el precio es muy alto. Sin duda es una lección que todos debemos aprender. Ahora que estamos en temporada electoral, creo que es una lección que les vendría muy bien a los partidos políticos. Mas que escuchar sus promesas, los ciudadanos vamos a juzgar lo que han hecho en estos últimos tres años. Valoraremos las iniciativas que presentaron y votaron en el congreso; la actuación de quienes ostentaron cargos públicos y buscan la reelección. Las palabras y promesas pueden ser muy bonitas, pero lo que cuenta son los hechos. ¿Por qué voy votar por alguien que mintió? No tiene sentido. ¿Votar por alguien que no hizo bien su trabajo, aunque prometa mejorar? Sería una locura. ¿Votar por alguien que no siente empatía por quienes sufren? ¿Por quiene están al servicio de su partido en vez de estar con la gente? No. Al igual sucedió con los del banco, tuvieron mucho tiempo para demostrar que les importaba como cliente. No lo hicieron. Ahora es demasiado tarde para pedirnos que nuevamente les demos nuestra confianza.


Buen domingo a todos y gracias por leerme

Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de Twitter @FernandaT o enviando un correo a: info@neteandoconfernanda.com




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