“No estoy de acuerdo en lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”. Voltaire*
La libre manifestación de las ideas es para todos y para todo. No existen temas “mejores” o “peores”. No existen jueces que determinen qué sí y qué no es lo debe expresarse. Tampoco tiene “requisitos previos”. No es necesario haber dicho “A” para poder decir “B”. La libre manifestación de las ideas no debe conocer más límites que los que la propia constitución establece. Por ello, sorprende encontrar en redes sociales comentarios descalificando a la marcha del 11 de noviembre con el mote de “marcha fifí” por quienes dicen ser defensores de los derechos humanos, diputados y miembros del gobierno electo.
Cancelar la construcción del nuevo aeropuerto, con mas del 30 por ciento de avance, es considerada por muchos un grave error. Sin embargo, más allá del evidente error, es la forma en como llegó a esta decisión –basada en una supuesta consulta popular- lo que lastima e indigna.
Una decisión relativa a una obra de infraestructura debe ser tomada por el gobierno, basándose en estudios especializados y opiniones de los técnicos; no en la "opinión popular". Punto. Si bien es cierto que la democracia participativa tiene muchas ventajas, la supuesta consulta organizada por MORENA no cumplió con ninguno de los requisitos que marca la ley para considerarla válida, máxime que la consulta estuvo plagada de irregularidades. Seamos honestos, si la hubiese organizado otro partido, los de MORENA y quienes hoy defienden esa decisión, hubieran dicho que era un cochinero y una burla a la ciudadanía porque la decisión ya estaba tomada.
Cancelar una obra de infraestructura de esa envergadura y con más del treinta por cierto de avance como el NAICM, debe tener razones de peso. Por ello el enojo ante la falta de congruencia de las explicaciones del gobierno electo. Durante la campaña, mucho habló Andrés Manuel sobre la corrupción en los contratos y el elevado costo de la obra. Si el tema era la corrupción, es inconcebible que proponga dar contratos a esas mismas empresas en el proyecto de Santa Lucía, cuando lo que habría que hacer es denunciarlas ante las autoridades correspondientes para que la corrupción sea sancionada. Sobre el tema de costos: el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, estimó que cancelar la obra del NAICM en Texcoco casi costaría lo mismo que terminarlo, y además subrayó que de frenarse el proyecto de todas formas habría que pagar la deuda. Si se piensa en la viabilidad del proyecto y seguridad de los usuarios la decisión de cancelar el NAICM es incomprensible. Texcoco cuenta el aval de todas las organizaciones e instituciones internacionales, mientras que el supuesto “aval del gobierno francés” al proyecto de Santa Lucía fue desmentido de inmediato por el mismo gobierno de Francia. La Cámara Nacional de Aerotransportes (CANAERO) en un comunicado reiteró la semana pasada que, de acuerdo con estudios nacionales e internacionales de prestigiadas organizaciones de regulación y seguridad del transporte aéreo (OACI, A4A, IATA, ALTA Y MITRE) –que evaluaron la seguridad aérea, en tierra, conectividad, capacidad de largo plazo, competitividad en el país y generación de empleos–, la mejor decisión es continuar con el proyecto de Texcoco. Tampoco existen pruebas de que se planeara construir un nuevo Santa Fe en los terrenos del actual aeropuerto como dijo el presidente electo. Entonces ¿cuál es la razón de peso para cancelar la construcción el NAICM?
Ante tantas irregularidades e incongruencias, la indignación de muchos esta sobradamente justificada. La sociedad debe ser tratada con respeto, no con burlas de una participación ciudadana simulada. Por ello, la convocatoria a una marcha el 11 de noviembre para manifestarse en contra de la simulación de parte del gobierno electo en la toma de decisión de cancelar la construcción aeropuerto en Texcoco no es sólo válida, sino lógica y justa.
Tratando de defender lo indefendible, los paladines de la corrección política y supuestos luchadores sociales, han intentado descalificar una marcha en pro de la democracia llamándola“marcha fifí” y atacando con argumentos ad hominem a los participantes y a su decisión de vestir de negro en luto. Parecería que no pueden o quieren ver que es una marcha en pro de la democracia y la legalidad y que ellos mismos hubieran convocado a una marcha si cualquier otro partido hubiera hecho algo similar. Su desacuerdo ante la marcha es válido, su descalificación, no. Harían bien en leer a Voltaire o John Stuart Mill.
Si ser fifí es preocuparse por la democracia; pretender que las desiciones se tomen basadas en nuestra seguridad con estudios técnicos, no ocurrencias de cuates; exigir que la corrupción se sancione; estar en contra de la simulación, burla e ilegalidad; entonces fifí, más allá de lo que dice el diccionario, es sinónimo de buscar un México mejor para todos. Pueden llamarme fifí.
Amable recordatorio: Un gobernante tiene el deber de escuchar todas las voces y gobernar para todos, fifís incluidos. Cito fragmentos del texto de Alonso Tamez (@Alonsotamez) publicado en el diario 24 horas el 14 de mayo de 2018. “En mi texto de enero pasado, “¿A quién representa un presidente?” (véase: http://www.24-horas.mx/2018/01/22/a-representa-presidente/) retomé una de las fortalezas que el politólogo estadounidense Samuel P. Huntington circunscribe –teóricamente– a la oficina del presidente en un república: “El interés de la presidencia (…) no coincide con el de nadie más. El poder del presidente no deriva de su representación de intereses de clase, grupo, regionales o populares, sino del hecho de que no representa a ninguno de estos (…) Por esta razón, es al mismo tiempo una oficina solitaria como poderosa. Su autoridad está enraizada en su soledad” (“El orden político en las sociedades en cambio”, 1968). A menos de 50 días de las elecciones, vuelvo a este argumento por un razón toral: el próximo presidente va tener –valga el cliché— que “gobernar para todos”. ¿Pero qué significa esto cuando realmente se hace? No siempre lo desmenuzamos, así que vamos por partes. Primero, el próximo titular del Ejecutivo no deberá gobernar solo para las mayorías, porque lo que delinea una democracia es, precisamente, el trato que se da a las minorías –sean los ricos, los pueblos originarios, la comunidad LGBT+, las personas con alguna discapacidad, etc.– tras una elección en la que una mayoría ya decidió el mando nacional”.
*La cita atribuida a Voltaire (pseudónimo de Francois-Marie Arouet) no fue escrita por el filósofo francés defensor de la libertad de expresión, sino por su biógrafa Evelyn Beatrice Hall (quien a su vez utilizaba el pseudónimo de SG Tallentyre) que usó la atinada frase para describir la actitud de Voltaire.
Buen domingo a todos. Me gustaría oír tu opinión. Deja por aquí un comentario o escribe a: info@neteandoconfernanda.com o en Twitter @FernandaT
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