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Foto del escritorFernanda de la Torre V

¿Podrías entrar en una secta?




Hace años, escuché decir a un alumno del psiquiatra y escritor chileno, Claudio Naranjo, que el demonio no era un ser que habitaba en los infiernos, más bien es el permitir que una idea te gobierne, que te deje sin juicio. Es entonces cuando conviertes en un fanático o extremista. Dejas que las ideas de otros rijan tu vida sin cuestionarlas.

¿Qué es lo que lleva a una persona a ingresar a una secta o culto y permitir que esas ideas gobiernen las suyas?. No es algo tan difícil; después de todo hay millones de personas pertenecen o han pertenecido a alguno. Lo sé de primera mano. Hace ya varios años, ingresé a un curso de “superación personal” llamado Mexworks. Durante todo el proceso, me sentí incomoda. Una parte de mí le gustaba el curso y otra, sentía que estaba entrando a una secta. Varios pensábamos lo mismo. Cuando alguno de nosotros externaba sus preocupaciones a los organizadores, ellos respondían: “Si cambiar al mundo, amar a tu familia y estar mejor, es estar en una secta, pues bienvenido, estoy en una secta”. Palabras que me calmaban por un momento, hasta que pensaba que seguramente a los davidianos de Waco, Texas, les dirían lo mismo.

Para graduarte tenías que invitar a otras personas a tomar el curso. Si no cumplías con el número de personas que te habías comprometido a llevar, como bien se habrán imaginado, no podías graduarte. Finalmente, logré desengancharme. Aún conservo algunos amigos que hice ahí, pero no recomiendo la experiencia a nadie, por ningún motivo. Cuando escucho la frase “¿Qué pretendes no saber? Se me revuelve el estómago. Escuchar sobre la secta NXIVM y el infame líder Kieth Ranier, me remite a esa etapa de mi vida.

De acuerdo con diversos psicólogos y sociólogos no hay un cierto tipo de personalidad más proclive que otros a unirse a una secta. Cualquiera puede hacerlo. En algún momento de nuestra vida sentimos que no hemos desarrollado nuestro potencial, que de cierta forma hemos fracasado y uno de estos cursos milagrosos o sectas, prometen grandes cambios en tu vida; soluciones a tus problemas, salud, dinero y bienestar a tu alcance. Sus líderes suelen ser carismáticos y seductores; es fácil sentirse atraído hacia ellos. Si llegas a cuestionar algo, te explican que entenderás mejor las cosas después del curso “Tal” o el nivel fulano. Sigues enganchada, aferrada a la esperanza, a pesar de que te sientas incómoda.

Algunos piensan que ahí encontrarán un sentido más profundo a su existencia. Un culto te puede dar algo en que creer o una causa por la cual luchar. Te sientes bien y terminas por repetir los razonamientos (absurdos, por supuesto) de que las cosas deben ser como el gran líder dispone. Eres ciego a los abusos o faltas de la organización y piensas que el maltrato es parte de un proceso para ser mejores (¿mejores según quién? es lo que deberíamos preguntarnos).

Es muy doloroso enterarnos de todas las atrocidades que sucedieron en NXIVM. Al igual que en otros casos de abuso colectivo como Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, parece imposible que nadie supiera o se hubiera dado cuenta del daño criminal que Ranier y su equipo que estaban causando. O peor aun que sabiendo de los abusos sexuales, marcas, abuso emocionales, nadie haya hecho nada.

Es parte de la naturaleza humana buscar el amor, la felicidad y respuestas a nuestras preguntas. Sin embargo, antes de entrar a estos cursos, religiones o movimientos que prometen tener la llave mágica del cambio, prosperidad y bienestar, es necesario abrir bien los ojos e ir con pies de plomo quizá puedan ayudarnos, pero también es cierto que pueden destrozar nuestras vidas. El escepticismo puede salvar nuestras vidas.


Buen domingo a todos.


Me gustaría oír tu opinión. Deja por aquí un comentario o escribe a: info@neteandoconfernanda.com o en Twitter @FernandaT

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