Ayer, 9 de noviembre, se cumplieron treinta años de la caída del Muro de Berlín. Una caída que significó, no solo la reunificación de Alemania, sino el fin de la guerra fría y un triunfo para la libertad, tolerancia y la unión entre familias y vecinos. No es poca cosa.
El muro de Berlín significó división desde su construcción en agosto de 1961 hasta su caída el 1989. Tradicionalmente, hemos usado los muros para protegernos de ataques de enemigos. Por eso tantas ciudades amuralladas en el pasado. Nos sentimos seguros entre los muros que nos resguardan. Paradójicamente, el Muro de Berlín, (o de la vergüenza, como también se le conoce) no era para proteger a los habitantes de la República Democrática Alemana (RDA) de los ataques de sus enemigos; el muro se fabricó para impedir que sus habitantes salieran de su país. Por ello, durante veintiocho años, el muro fue símbolo de separación, dolor y opresión; más que de protección. Los guardias apostados en el muro NO les disparaban a sus enemigos para que no entraran, disparaban a sus compatriotas cuando trataban de escapar hacia Alemania occidental. ¿Existe acaso algo más vergonzoso? En los 28 años que el muro se mantuvo de pié, más de 5000 personas trataron de cruzarlo y decenas de ellas perdieron la vida en el intento.
Lo fascinante es que el muro no cayó dinamitado, sino que fue una reacción espontánea de la gente. Cuando el portavoz de la Cancillería anunció el 9 de noviembre de 1989 la eliminación del visado para pasar a Alemania occidental, miles de ciudadanos se fueron sumando para cruzar, sin que pudieran impedirlo. Los guardias de fronteras de la RDA, al verse superados por el número de manifestantes, no encontraron un mando superior que diera una orden de frenar a los manifestantes y se limitaron a permitir que los hechos se dieran por su propia cuenta y miles cruzaron a Alemania occidental. Fue la euforia colectiva, no un ejercito, lo que finalmente derribó el muro. Las imágenes que se trasmitieron en su momento por televisión, siguen siendo un testimonio de un triunfo de la libertad. Sin duda es una vergüenza que se haya construido un muro para oprimir en vez de proteger. ¿En qué estaban pensando para hacer algo así? Treinta años después de este evento, parecería que no entendimos la lección, ya que todavía hay quienes siguen hablando de construir muros, en vez de entender que lo que verdaderamente necesitamos son puentes.
Es importante entender que como personas también construimos muros para protegernos. Éstos “muros” serían los sanos límites que ponemos a los demás. Sin embargo, también caemos en el error de construir muros para aislarnos que más que protegernos de nuestros miedos, terminan siendo una cárcel para nosotros. Nos vuelven inseguros, rencorosos y profundamente infelices. Por ello es importante detenerse a pensar cuáles son estos “muros de la vergüenza” que hemos construido y destruirlos, para por fin obtener la libertad de ser quienes somos. Como dijo David Bowie: “Oh we can be Heroes, just for one day”.
¿Cuánto tiempo vas a esperar para derribar tu propio“Muro de Berlín”?
Aquí algunas canciones relacionadas con el Muro de Berlín:
Heroes (David Bowie)
Winds of change (Scorpions)
99 Luftballons (Nena)
ikita (Elton John)
The Wall (Pink Floyd)
Buen domingo a todos.
Me gustaría oír tu opinión. Deja por aquí un comentario o escribe a: info@neteandoconfernanda.com o en Twitter @FernandaT
Comments