Alea iacta est (la suerte está echada o los dados están echados) dijo Julio César al cruzar el Rubicón, rebelándose ante la autoridad del senado y dando inicio a la guerra contra Pompeyo. Hoy, dos milenios después, usamos al igual que el César esta expresión cuando resulta imposible modificar una situación, en especial su desenlace.
Muchos piensan que suerte la está echada. No. No lo está. En la vida, no hay nada escrito. En la jornada electoral, mientras están abiertas las casillas y podamos emitir nuestro voto, cualquier resultado es posible. Eso es parte de la magia de la democracia. En los resultados finales, no cuentan las estadísticas, encuestas, los comentarios de expertos, influencias, tiktokers o los resultados de elecciones anteriores, cuentan los votos.
Las encuestas pueden predecir muchas cosas, pero son solo eso: encuestas; nuestros votos son los que definirán el resultado. Hemos visto casos en que los resultados son diferentes a las predicciones, como fue el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en 2016. Las encuestas favorecían la permanencia (bremain) pero como bien sabemos, el resultado de la votación fue otro y trinfó el brexit. Algo similar sucedió con Milei en Argentina, parecían que iba en segundo lugar, pero arrasó en la votación. En México, hemos sido testigos en otras elecciones cómo los resultados de las encuestas no son parecidos a los resultados de las votaciones
Una encuesta es una serie de preguntas que se hace a muchas personas para reunir datos o para detectar la opinión pública sobre un tema determinado. Tienen muchas variables (e intereses) y por ello en ocasiones no coinciden con la realidad. Los indecisos pueden inclinar la balanza a uno u otro lado y los votantes pueden cambiar su opinión de último momento. Un voto es la manifestación de nuestra voluntad para elegir a una persona o partido. El voto es la pieza clave de la democracia, no las encuestas.
Más allá de nuestras filias y fobias, durante meses hemos escuchado a los candidatos, conocemos sus propuestas, los vimos en debates. A estas alturas la mayoría sabe por quien va a votar y qué rumbo quiere que tome el país. Pero de nada sirve saberlo si no expresamos. Por ello es muy importante que además de razonar nuestro voto, lo hagamos valer en las casillas. Ya cada cual sabrá si su voto es a favor de un partido o en castigo a otro, si eligen a todos los candidatos del mismo partido o prefieren un voto diferenciado. Son decisiones personales, válidas todas.
Durante todo este largo, larguísimo periodo de campañas, precampañas e intercampañas, los dados han estado en aire. Las encuestas han marcado tendencias, pero los dados seguirán en aire hasta hasta que no se cierren las casillas y se cuenten los votos. Sólo entonces, sabremos el resultado y –nos guste o no– tendremos que aceptarlo, dejar las diferencias atrás y seguir trabajando para tener el México que anhelamos.
No dejes que otros decidan por ti. Los dados están en el aire, hoy puedes influir en su resultado. Sal y vota. Elige.
Buen domingo a todos. Gracias por leerme. Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de X (antes Twitter) @FernandaT
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