En futbol, como en la vida, no hay nada escrito. Durante esos noventa minutos los dados están en el aire y cualquier combinación es posible. Eso es parte de la magia del juego.
Si alguien me hubiera dicho el el miércoles 27 de junio a las 8:55 AM que Alemania, Campeón del Mundo sería eliminada del mundial en un partido contra Corea, probablemente me hubiese hasta reído de la ocurrencia. Por algo existen las probabilidades y Corea tenía muchas menos de ganar el partido que Alemania. Además de la experiencia en Mundiales, sabemos que Alemania es uno de los grandes del futbol, por algo es tetra campeón y era el favorito en ese partido.
Un par de horas más tarde aprendí –junto con muchos otros– que en futbol, como en la vida, no hay nada escrito. Durante esos noventa minutos los dados están en el aire y cualquier combinación es posible. Eso es parte de la magia del juego. En los resultados finales, no cuentan las estadísticas, los comentarios de expertos o los partidos anteriores, sino los goles. Así pasamos casi dos horas en vilo, sin certezas hasta que el silbido del árbitro da por finalizado el partido. Entonces sí marcador es definitivo. Por ello, es posible que equipo que no es el favorito elimine al campeón o que goles de último minuto cambien los resultados, dejando nuestras quinielas en la ruina.
Lo mismo sucede en términos electorales. Las encuestas pueden predecir muchas cosas, pero son solo eso: encuestas; nuestros votos son los “goles” que definirán el resultado. Hemos visto casos en que los resultados son diferentes a las predicciones, como fue el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en 2016. Las encuestas favorecían la permanencia (bremain) pero como bien sabemos, el resultado de la votación fue otro y ahora Reino Unido se prepara para la salida de la Unión Europea o brexit. Algo similar sucedió con el Plebiscito en Colombia. En México hemos sido testigos en otras elecciones cómo los resultados de las encuestas no son parecidos a los resultados de las votaciones
Una encuesta es una serie de preguntas que se hace a muchas personas para reunir datos o para detectar la opinión pública sobre un tema determinado. Tienen muchas variables y por ello en ocasiones no coinciden con la realidad. Los indecisos pueden inclinar la balanza a uno u otro lado y los votantes pueden cambiar su opinión de último momento. Un voto es la manifestación de nuestra voluntad para elegir a una persona o partido. El voto es la pieza clave de la democracia, no las encuestas.
Más allá de nuestras filias y fobias, durante meses hemos escuchado a los candidatos, conocemos sus propuestas, los vimos en debates. A estas alturas la mayoría sabe por quien va a votar y qué rumbo quiere que tome el país. Pero de nada sirve saberlo si no expresamos. Por ello es muy importante que además de razonar nuestro voto, lo hagamos valer en las casillas. Ya cada cual sabrá si su voto es a favor de un candidato o en contra de otro, si eligen a todos los candidatos del mismo partido o prefieren un voto diferenciado. Son decisiones personales, válidas todas.
Durante todo este largo, larguísimo periodo de campañas, precampañas e intercampañas, los dados han estado en aire. Las encuestas han marcado tendencias, pero los dados seguirán en aire hasta hasta que no se cierren las casillas y se cuenten los votos. Sólo entonces, sabremos el marcador final y –nos guste o no– tendremos que aceptarlo, dejar las diferencias atrás y seguir trabajando para tener el México que anhelamos.
Buen domingo a todos.
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