En el siglo I a.C, cuando Julio César se rebeló contra el Senado de Roma, se dice que al llegar al río Rubicón, –que era el límite que tenía puesto por el Senado y a ningún general le estaba permitido cruzarlo co su ejercito en armas–, Julio César, cruzó con su caballo, y desde la otra orilla le dijo a sus legiones: “La suerte está echada” (o Alea iacta est). Ya no había vuelta atrás.
Después de la victoria de Morena en el Estado de México, parecía difícil pensar que la oposición podría vencer al partido en el poder, parecía que la suerte estaba echada. Héctor Aguilar Camin lo llamó la receta del arroz cocido. De acuerdo con el escritor, la receta consiste en sembrar la idea de que una elección ya está decidida, antes de que suceda y además, por vencerán un amplio margen. Todo esto, sin que siquiera haya candidatos definidos y sin que los electores sepan por quién pueden votar, siembran la idea de que “ese arroz ya se coció”. Esta receta la hemos visto funcionar en varias ocasiones, y en otros países. En México se había puesto en marcha desde hace años: Morena repetiría en 2024 y no había más que decir.
Después de varios meses de sólo escuchar de los candidatos para contender a la presidencia del partido Morena (no me gusta llamarles “corcholatas”) la narrativa cambió con el anuncio del Frente Amplio por México y el fenómeno Xochitl Gálvez. Eso que parecía seguro, no lo es. Ya no se habla únicamente de los candidatos de Morena sino que escuchamos las voces de otros aspirantes y para mí, es aire fresco. La suerte no está echada, como nos quieren hacer creer, sino que los dados están en el aire. Todavía quedan muchas sorpresas por ver de ambos bandos, pero ni el arroz está cocido, ni Morena es invencible. Eso es lo importante y lo que nos debe de quedar claro a todos.
Buen domingo a todos y gracias por leerme.
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