A fines del año pasado, me comentaba una amiga de lo difíciles que son fechas como la Navidad y el Año Nuevo para quienes han perdido un ser querido o han pasado recientemente por un divorcio. Malas noticias. Otra de las fechas que aterroriza a quienes están en esa situación, se acerca: el Día de San Valentín.
Esta fecha que algunos llaman comercial, otros cursi, pero todo mundo sabe qué día es y qué significa. El origen de la celebración esta basada en una leyenda que cuenta la historia de un sacerdote en Roma que, desafiando las órdenes del emperador que había prohibido el matrimonio alegando que los solteros eran mejores soldados, unía a los jóvenes enamorados en secreto.
Muchos solteros se sienten solos ante la avalancha de los comerciales de anillos de compromiso, cajas de chocolate en forma de corazón y ositos de peluche que inundan las tiendas por esta temporada. Esta sensación de soledad puede provocar ansiedad y si no tenemos cuidado podemos acabar mandando un texto a un ex o saliendo con algún “peor es nada”. Si bien tiene diversas formas de celebrarse alrededor del mundo, los teléfonos inteligentes han hecho que tengamos un cupido cibernético en la punta de nuestros dedos, si así lo deseamos. Eso sí, no es fácil y tampoco instantáneo. La efectividad de estos cupidos cibernéticos requiere de constancia y tiempo. Existe una correlación entre la efectividad de de las aplicaciones y la frecuencia en que las usamos. Así que si en otros tiempos pasabas horas escribiendo poemas para que esa persona de la que estabas enamorado te hiciera caso, hoy tienes que dedicarle varias horas a la semana a revisar tu aplicación y contestar mensajes, si quieres que funcione.
Desde luego que esta herramientas tan utilizadas, tienen dos caras. Varias parejas se han separado a causa de infidelidades que se han cometido también con la ayuda de cupido tecnológico. Por eso hay tantas personas que revisan el teléfono de sus parejas cuando duermen o entran al baño o revisan sin descanso las redes sociales de su pareja para asegurase que todo está en orden. Cupido no conoce de compromisos previos y lanza con la misma alegría sus flechas cibernéticas a solteros o casados.
Si bien es cierto que la búsqueda de una pareja es importante, estar soltero también tiene sus beneficios. De acuerdo con Olivia Tena Guerrero, doctora en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el grado de bienestar de los solteros es mayor que el de los casados, pues disfrutan mucho más de sus actividades personales.
Afortunadamente, poco a poco el concepto de soltería ha ido cambiando. De ser una condición trágica que había que evitar a una respetable elección personal; tan válida como cualquier otra. Ser soltero no implica “tener defectos” o “estar mal”. Aunque todavía falta mucho por hacer en este terreno para dejar de ver la soltería de una manera negativa; la idea que estar soltero significa ser un perdedor, está (o debería estar) cada vez más alejada de nuestros pensamientos.
Estar solteros puede ser una etapa muy disfrutable si así elegimos verlo. Lo mismo sucede cuando estamos en pareja. La verdadera tragedia es cuando en vez de estar bien con nuestra situación, nos centramos en eso que no tenemos. Por ello, vemos solteros que quieren desesperadamente cambiar su situación en vez de aceptarla y casados con eternas quejas sobre su situación matrimonial. Los primeros piensan en todo lo que harían si tuvieran una pareja y cuan felices serían; mientras que los del segundo grupo, sueñan con todo lo que podrían hacer si no la tuvieran. Una actitud perdedora de ambos grupos desde cualquier ángulo.
Solteros, casados, buscando pareja o tratando de salir de ella, lo importante de San Valentin –y todos los días del año– es recordar que nosotros somos el amor de nuestra vida y que nuestra tarea principal es amarnos y aceptarnos. De ahí estaremos bien solteros, en pareja o como sea.
Buen domingo a todos. Gracias por leerme.
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